He decidido que en el año 2019 no renovaré mi afiliación al partido político EQUO, en el que he militado activamente desde su formación en el año 2.011. Para el que no lo conozca, es el partido verde a nivel nacional y representación del partido verde europeo. Y mediante este escrito me gustaría explicar las principales razones que me han llevado a ello.
Son siete años de afiliación, un tiempo suficiente para valorar los logros y objetivos alcanzados, y periodo suficientemente prolongado como para cambiar el ritmo de las vivencias personales que van enriqueciendo nuestras vidas.

No hay detrás de esta decisión ningún motivo ideológico, los principios de este partido ecologista, feminista y pacifista, tengo claro que serán siempre los míos. La profunda creencia en la necesidad de una integración europea también la comparto. Por ello, entiendo que será siempre mi partido, se llame como se llame, aquel que defienda la ecología política como solución a los problemas globales.
Lo que sí hay detrás de esta decisión, en cambio, es un conjunto de formas de actuar y entender el comportamiento humano, para mí equívocas.
Un primer error no corregido, e incomprensible, es haber renunciado a la marca “verde”, una vez demostrado que ni después de siete años el nombre de EQUO ha sido capaz de ser conocido más que por una mínima parte de nuestra sociedad, en general, aquella parte ya iniciada en política.
Es un error haber renunciado a la marca verde. Después de 7 años la gente sigue sin conocer EQUO Clic para tuitearCon lo generalizados y prestigiados que están los partidos verdes en toda Europa, no rectificar indica una falta de sentido práctico que casi asusta. Y yo siempre he creído ser, en mi desarrollo personal y profesional, una persona eminentemente práctica.
Quienes hasta ahora han sido, y sin duda siempre serán mis compañeras y compañeros verdes, conocen que vengo discrepando desde el año 2014 con la opinión mayoritaria del colectivo, que ha provocado un cambio de rumbo en las alianzas estratégicas de EQUO, en particular las preelectorales.
Se empezó pensando en el largo plazo y en la consolidación del proyecto, con la presentación en solitario a las distintas elecciones. Y se terminó aliándose e integrándose en las listas de “Podemos” o en las distintas confluencias que en general son auspiciadas por ese partido. Y pienso, que en general, la estrategia desde entonces ha sido cavar trincheras en lugar de tender puentes al conjunto de la sociedad.
Desde 2014 las alianzas con Podemos nos han llevado a cavar trincheras en lugar de tender puentes Clic para tuitearLo que me hace retirarme a tiempo de la afiliación política son las trincheras.
EQUO, bajo mi punto de vista, se ha influenciado en exceso de sus confluencias político-sociales. Esta influencia no permite hacer una reflexión sincera de las razones que mueven a la gente a encontrar amigables otras ideologías arcaicas que se muestran ya sin careta.
Se podría apreciar un ligero cambio de rumbo a día de hoy, ya no en las confluencias, sino en algunos acuerdos generales.
En Andalucía se decide romper con “Unidos Podemos” y se opta por asociarse con los “andalucistas”, más identificados por la ciudadanía en general con el nacionalismo.
Hay que ser muy poco inteligentes y muy poco prácticos para no deducir, que el acercamiento o no a posturas nacionalistas van a definir el desarrollo de los resultados electorales en los próximos años. El que se haya sorprendido por los resultados en esa comunidad en las últimas elecciones es que no ha entendido nada, o lo que es peor, que es capaz de negar la evidencia.

Y la actitud en ese tema tan delicado, el nacionalismo, es otro de los motivos que me separan de EQUO. En mi humilde opinión hay pocas ideologías más distantes con la ecología política, que es universalista por esencia, que aquella que tiene por objetivo buscar privilegios para sí por encima de los demás, o tiene por objeto crear nuevas fronteras en lugar de romper las existentes.
La actitud de EQUO con relación al nacionalismo es otro de los motivos que me separan de EQUO Clic para tuitearEso tiene reflejo incluso dentro de nuestro partido, donde existen afiliados con más privilegios que otros por pertenecer a una determinada comunidad autónoma. Tenemos el ejemplo de Valencia. O donde otros no se pueden presentar a las elecciones con nombre propio, como en Cataluña. Son cesiones que definen nuestro carácter sumiso y equívoco.
Es verdad, como he visto argumentar internamente, que nos podría unir con ciertos sectores nacionalistas su apuesta por la desobediencia civil (ante una posible injusticia) o por la democracia radical (para ellos autodeterminación). Estos conceptos acompañan al movimiento ecologista en sus primeras reivindicaciones porque nace como defensa del medio ambiente, de las personas vulnerables, de la justicia social y del entorno natural que nadie defendía, pero no es aplicable para mí para causas que no son justas y que nada tienen que ver con nuestra ideología.
Se pierden así las esencias de la revolución verde, “tierna y subversiva”, que nos llena de razones para convencer a la sociedad de que otro mundo es posible. En definitiva, hemos perdido bajo mi punto de vista, el sentido práctico.
EPÍLOGO:
Esto no quiere decir que deje de defender mis ideas, lo seguiré haciendo en donde sea preciso, y seguiré aportando a la sociedad, si es posible, mi sentido crítico. Tampoco dejaré de apoyar circunstancialmente a “Alternativa Verde por Asturias” y a sus representantes, si así me lo piden.
Asturias es diferente, en alguna medida la fuerte implantación de la industria contaminante en nuestra autonomía hace casi imposible abrirse un camino que para mí es el único posible, reconvertir totalmente nuestra forma de entender el progreso.

Faustino Fernández es ingeniero técnico industrial y ovetense. Ya escribió un artículo para nuestro blog, donde puedes conocerle mejor.
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