Como tantas mujeres he vivido con intensidad y emoción este 8 de marzo histórico. Pasada la resaca, me doy cuenta de lo mucho que me ha aportado y de lo que he aprendido. No sólo ese día, si no todo el proceso #HaciaLaHuelgaFeminista, especialmente las últimas semanas. Comparto aquí algunas de las reflexiones que me han surgido estos días, creo que algunas de ellas pueden trasladarse o ser leídas en clave de partido político.
Liderazgo compartido

Si miro hacia atrás estas últimas semanas en las que hemos leído y escuchado tantas noticias, tertulias, debates y artículos de opinión sobre la huelga feminista, el 8 de marzo y el feminismo, me vienen a la cabeza muchos nombres, casi todos de mujeres y de algunos hombres también, pero ninguna de ellas con un protagonismo especial sobre otras. El liderazgo en esta movilización social sin precedentes ha sido de las mujeres y ha sido compartido.
El liderazgo de la huelga feminista ha sido compartido Clic para tuitearEl movimiento feminista ha aglutinado a cientos de mujeres en todo el Estado que se han coordinado, se han organizado, han colaborado tejiendo una red inmensa de mujeres trabajando de manera voluntaria con un objetivo, que la huelga feminista y las manifestaciones fueran un éxito. Ya les gustaría a muchas empresas, administraciones, incluso partidos políticos tener esa capacidad de organización y esos resultados 😉
Trabajo colaborativo y horizontalidad
Como tantos procesos, la movilización del pasado 8 de marzo no ha sido espontánea, tiene mucho trabajo detrás. Trabajo horizontal y colaborativo que ante el éxito rotundo ha generado oleadas de satisfacción y alegría compartidas y llenas de emoción, todas sentíamos que habíamos puesto nuestro granito de arena y que éramos muchas. Resultado más inmediato, aumento del empoderamiento de muchísimas mujeres, individual y colectivo. La participación y la implicación, la sensación de que algo “es de todas” por igual empodera y aumenta el compromiso con una causa.

Pensando en los partidos políticos, incluso los que se denominan a sí mismos “nueva política” o “fuerzas del cambio” (que por cierto, empieza a sonar coletilla manida y algo pretenciosa), el liderazgo sigue siendo claro y visible, no compartido y por supuesto masculino, en eso no se diferencian los nuevos de los viejos. Incluso los que empezaron siendo horizontales y con la participación como base de su funcionamiento, han ido girando hacia una cierta verticalidad justificada por el pragmatismo y la necesidad de ser eficientes y eficaces en la gestión. Pues bien, el movimiento feminista ha demostrado que se puede trabajar sin líderes y de forma horizontal y colaborativa con una gran eficacia, y el resultado lo vimos el pasado 8 de marzo. Esta forma de trabajar implica también reparto del poder y el control, que deja de estar concentrado.
El feminismo se vive pero también se aprende
Desde siempre he sentido la lucha por la igualdad entre mujeres y hombres como propia, lo vivía como algo “de sentido común”, no podía ser de otra forma. Y sin embargo, en mi vida he ido asumiendo muchos roles, perspectivas, comportamientos, comentarios… dictados por el patriarcado, sin ni siquiera ser consciente de ello. Todavía caigo en ellos, pero he ido aprendiendo (y lo que me queda). Y he aprendido sobre feminismo de organizaciones y redes de mujeres, porque no se nace sabiendo lo que es el feminismo, ni hasta dónde llega el sistema patriarcal, ni reconociendo todas las conductas y comentarios machistas, a eso se aprende, pero es imprescindible un mínimo de formación (y de interés, claro).
Además del trabajo y la colaboración con mis compañeras, he disfrutado viendo la evolución de algunos hombres. Especialmente en un espacio vecinal en el que participo, en el que varios hombres organizaron un punto de cuidados del que se ocuparon durante todo el 8 de marzo y con el que muchas mujeres contaron ese día para poder ir a la manifestación o participar en las actividades. Ellos tomaron la iniciativa y, desde la humildad, se reunieron con compañeras de organizaciones feministas para formarse (mejor dicho, empezar a formarse) y entender cuál era su papel en este proceso y en el feminismo, hicieron preguntas y escucharon, incluso cuando algunos medios quisieron entrevistarles atraídos por la curiosidad de qué era eso de un “punto de cuidados”, plantearon sus dudas sobre el protagonismo que se les iba a dar como hombres y las resolvieron con sus compañeras. Y después he podido escuchar a estos mismos hombres explicar a otros lo que ellos habían aprendido, practicando la famosa frase de Kelley Temple “Los hombres que quieren ser feministas no necesitan que se les dé un espacio en el feminismo. Necesitan coger el espacio que tienen en la sociedad y hacerlo feminista”.
Hay que perder el miedo a llamarse feminista Clic para tuitearMuchas cosas en la vida para quererlas hay que conocerlas, algo así pasa con el feminismo, si te acercas y profundizas más te gusta y mejor comprendes porqué se trata de una transformación social en la que saldremos ganando todas, nosotras y vosotros. Pero insisto, es importante el conocimiento, no es innato. Y, además, sirve para perder el miedo, sí, el miedo. Estas últimas semanas he visto a mujeres perder el miedo a llamarse feministas y a hombres perder el miedo al feminismo.
Y pensando en EQUO como partido que se define feminista (aunque serviría para otros), constato que tenemos muchas mujeres muy formadas en feminismos, también algunos hombres, que contamos con una red transversal, la Red EQUO Mujeres, con mucho contenido trabajado y mucho que aportar que no hemos sabido aprovechar para nutrirnos más allá de contenido programático. Me pregunto si, como partido, le hemos dado la importancia que se merece al feminismo, tanto individual como colectivamente. La respuesta individual tendremos que responderla cada una de nosotras y cada uno de vosotros, y la respuesta como colectivo tendremos que darla colectivamente. En mi opinión, hemos hecho más que la mayoría de los partidos (paridad, 50 +, coportavocía, programa, Red transversal….) pero creo que no lo hemos interiorizado lo suficiente y que tenemos cosas que mejorar, no en el papel, si no en la forma en que lo aplicamos a diario.
Igual que el feminismo es bueno para la sociedad, también es bueno para los partidos, igual que en el día a día cometemos errores dictados por el patriarcado, también los cometemos en el día a día de nuestro partido. Una revisión y autocrítica constructiva y colectiva nos vendría muy bien. Si la revolución será feminista o no será, los partidos del futuro (cercano, espero), serán verdaderamente feministas o no serán.

Maite Pozo es donostiarra viviendo en Madrid. Es psicóloga y trabaja en programas europeos de inclusión y políticas sociales, actualmente en el ámbito de las personas mayores. Es afiliada de EQUO Madrid y en 2015 fue co-coordinadora del programa electoral de EQUO en las elecciones generales.
Maite Pozo ha participado en una de nuestras tertulias:
Pura lucidez!!!!!