A medida que se hace más evidente para la sociedad que la actividad de la especie humana provoca, o al menos acelera, el calentamiento del planeta y que a su vez ese calentamiento y el consiguiente acelerón del cambio climático se traduce en pérdida de nivel de vida ,surgen voces que provienen no sólo ya de las outsiders de siempre, sino desde dentro del propio sistema, reclamando concienciación ecológica y sugiriendo cambios importantes en nuestra manera de producir , de consumir y de utilizar los recursos del planeta.

Ya Al Gore en el siglo pasado y desde posiciones neoliberales, se convirtió en uno de los principales adalides de la defensa de los principios de la economía verde. El mismo Papa ha dedicado ni más ni menos que su primera encíclica a las cuestiones medioambientales. Merkel ha adoptado medidas más que valientes para el desarrollo de energías renovables. Los propios dirigentes chinos, apabullados por la contaminación atmosférica de sus ciudades, han aprobado recientemente un ambicioso plan de implementación de energías renovables denominado “Green is Gold” y qué decir, en sintonía con los Acuerdos de Paris ,del nombramiento del ecologista Hulot como ministro de medio ambiente del neoliberal Macron. Prácticamente ya solo queda la prima de Rajoy como irredenta del negacionismo.*
Desde el otro lado del espectro político, la nueva izquierda transformadora ha incorporado en bloque el ideario ecologista a su programa político. Melenchon, Tsipras, Corbyn o el mismo Iglesias, hacen propio el discurso ecologista , mientras los restos del naufragio socialdemócrata se aferran al flotador ecologista como última tabla de salvación.
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No nos quepa duda de la importante contribución de los partidos verdes europeos a ese cambio de percepción social, unas veces haciendo oir su voz en las instituciones donde han logrado representación, otras suscribiendo pactos de gobierno allá donde fueron posibles, y , como siempre, en las luchas medioambientales, donde los activistas hemos estado presentes desde los años 70. Pero, curiosamente, asistimos tanto en nuestro país como en el resto de democracias occidentales a una pérdida de peso electoral del movimiento verde cuando no a su desaparición del mapa electoral o, en el mejor de los casos, obligados a sumergirse en candidaturas populares, como ha ocurrido recientemente en Grecia, Francia o España.
Es el denominado “efecto contagio”. Los partidos políticos tienden a depredar los espacios electorales ajenos; simplemente salen de caza y roban a otros partidos sus electores mediante la apropiación de sus discursos. Si hay ciudadanos que optan por otras formaciones porque les parece atractivo un determinado posicionamiento, el problema se resuelve haciendo tuyo directamente ese posicionamiento.
Los partidos políticos tienden a depredar los espacios políticos ajenos Clic para tuitear
Así, estamos asistiendo a la pérdida de peso electoral de la extrema derecha europea como consecuencia de que los partidos tradicionales del conservadurismo están comprado el discurso xenófobo. Las recientes medidas tomadas por la primera ministra May, creando una tasa de mil euros anuales para la contratación de mano de obra extranjera es un buen ejemplo de ello.
El programa político de Melenchon o de Iglesias es tan abiertamente ecologista que Europe Ecologie o EQUO ni siquiera se presentan a las citas electorales.
¿Cuál es entonces el futuro de los partidos verdes?

Imposible saberlo, pero creo que es importante hablar de ello, ser conscientes de que tenemos un problema de supervivencia , no esconder la cabeza debajo de la tierra como está ocurriendo con la socialdemocracia y exponer los términos de la encrucijada en que estamos inmersos, encrucijada que habrá de resolverse atendiendo a los diversos intereses existentes y a las alternativas viables. Sin ánimo de abarcar toda la problemática, señalo las que creo más importantes:
- Las legitimas aspiraciones políticas de los líderes verdes que ven como alternativa exitosa para lograr representación política acudir en coalición o inmersos en candidaturas populares.
- La supervivencia de los partidos verdes no se garantiza con las simples aportaciones de los afiliados. Se requiere suplementarlas con aportaciones provenientes de la participación en las instituciones.
- La falta de proyecto propio y autónomo desmotiva el activismo y la participación en los partidos verdes.
- La lógica desconfianza del movimiento verde hacia la fe del converso eurocomunista productivista.
- Cierto reparo moral a la estrategia populista de estos movimientos, basada en la consecución de la hegemonía política mediante la derrota de los enemigos y limitando la participación activa en las instituciones a meros gestos mediáticos mientras no se logre la mayoría política.
- La propia herencia del centralismo democrático que convierten a estos partidos políticos en maquinarias de poder con poca o nula atención a las reglas de la democracia horizontal e inclusiva.
- La responsabilidad histórica de contribuir a un cambio de modelo productivo y político, que apela al voto útil y concentrado.
En el caso de España, la situación es aún más volátil y difícil ya que los primeros pasos de EQUO coincidieron con la aparición de Podemos como eje del descontento ciudadano . Además, las debilidades iniciales del Proyecto EQUO, renunciando a tener presencia real en los territorios con mayor concienciación ecologista , esto es, Cataluña, País Valenciano y Baleares, y con una creciente percepción entre una parte de la militancia verde de falta de democracia interna, tampoco han ayudado. Estas debilidades provocan una falta de visibilidad en las coaliciones y confluencias en las que se participa y en una caída de la participación interna.
El debate está servido.
Problemas internos y la estructura territorial debilitan EQUO desde el inicio Clic para tuitear*El artículo nos lo envió el autor antes de que salieran las declaraciones del presidente del gobierno español reclamando el liderazgo en el cambio climático. Negando con esas declaraciones, sin ningún pudor toda su política de los últimos 5 años.

El autor es Ignacio Arozarena, abogado, madrileño , afiliado a EQUO desde junio de 2011 y simpatizante registrado desde marzo de 2015
¡¡Que gusto Nacho!!! que vuelvas al activismo con este artículo.
Es un momento crucial para Equo y sobre todo para el planeta por el próximo comunicado de Donald Trump de retirarse de la Cumbre de Paris.
Negar el cambio climatíco a estas alturas es una desgracia y se necesitan todas las fuerzas unidas para luchar. Solo se toman medidas parche, y así no vamos a ningún sitio, bueno si, al desastre .
Gracias,Rosa!!
Siempre es un buen momento para defender a las personas y al planeta.Ya nos comprometimos en el 2011 dando alas a EQUO y ese compromiso tal día como hoy en el que nos enteramos de la penúltima salvajada de Trump , ha de renovarse.
Hola Nacho, buen artículo, coincido en líneas generales con casi todo lo que expones. Mi opinión, la de una persona que se acercó a Equo en 2011 buscando aquello que no se podía encontrar en el panorama partidario de ese momento, o sea, una herramienta política comprometida con el ecologismo social, autónoma, participativa, radicalmente democrática y con cierto éxito y conexiones a nivel europeo, es que lo que podía haber sido una fuerza transformadora y modélica dentro de la débil y poco asentada democracia española, no solo en el aspecto de las propuestas y reivindicaciones sino también en el de nuevas formas de hacer y practicar la política, incluida la ambición de gobierno, por distintos motivos que acertadamente apuntas fue cayendo en los mismos errores que se pretendían innovar, la vieja política. El resultado final a la vista está: la desmovilización, la desmotivación, la debilidad organizativa, las luchas de poder y la dependencia de otras fuerzas. Vamos, una oportunidad perdida para toda la gente que se ilusionó con aquella declaración fundacional y que hemos ido perdiendo por el camino. Habrá que seguir buscando.
Un saludo
Alfonso Torrecilla
Gracias por el comentario,Alfonso. Bueno el articulillo trata de reflejar la situación de los partidos vedes en Europa, y, por supuesto, también la situación de EQUO en España, que tiene sus propias connotaciones.Claro que levantamos bastantes expectativas en el 2011 tanto por la incipiente preocupación ecológica que se despertaba en nuestro país como por los deseos de muchos ciudadanos, por influencia del 15M, de pasar página de los partidos tradicionales y la búsqueda de otras alternativas donde primase la horizontalidad y la transparencia.Pienso, y así lo reflejo en el artículo,que una de las circunstancias por las que no se obtuvo representación parlamentaria en los comicios de noviembre del 2011 fue la no presentación a cara descubierta en Cataluña, Baleares y Pais Valenciano y eso fue asi porque el promotor y principal valedor del partido fue la propia Fundación EQUO donde tenían un papel preponderante destacados miembros de ICV, Compromis y Els Verds de Baleares, que no estaban muy dispuestos a que otra formación política les arrebataran votos. El hecho de que el eco del nacimiento de EQUO no tuviera reflejo en estos tres importantes territorios creo que fue determinante.