A lo largo de mi militancia en diversos grupos sociales, he visto todo tipo de modelos de liderazgo, la mayoría positivos llevados adelante por personas que abandonan sus obligaciones familiares y se dedican a una causa de manera altruista. Son personas generosas, con preocupaciones que los trascienden y una actividad encomiable que los dignifica. Esta labor es cuanto más dura porque suele haber bastante incomprensión de lo que hacen, en su medio inmediato, entre las amistades y en la mayoría de los casos entre la familia que ven estas actividades asociativas como una pérdida de tiempo inútil.
Lo que no saben los que critican a los que militan en algún grupo político o social, es que se pierden una experiencia vital enriquecedora y la adquisición de unas habilidades sociales que son básicas y que la mayoría de la gente no tiene, como saber escuchar y llevar una conversación de forma respetuosa y ordenada aunque haya discrepancias con el otro. Algo de lo que normalmente se carece en este país.
Militar en un grupo político o social es una experiencia enriquecedora Clic para tuitearPara todos los que dedican su tiempo a una causa o a un ideal, vaya mi admiración y mi respeto, el mundo necesita gente así.
Lamentablemente, no todos los que participamos en partidos políticos u organizaciones sociales, somos así. Los hay que compensan sus carencias personales con la participación política. Hay personas que no están consideradas en su vida profesional o en su familia, y buscan un protagonismo o una relevancia que no obtienen en ningún sitio más. Esto no es malo y si proporciona satisfacción al que participa, está bien. El problema viene cuando esto se convierte en algo obsesivo y que se trata de imponer a los demás.
Hay personas que buscan en la militancia lo que no tienen en su vida cotidiana. Eso no es malo sino se hace obsesivo. Clic para tuitearSegún el grado de obsesión se pueden llegar incluso a patologías más o menos graves, he visto casos de paranoia manifiesta en liderzuelos que tratan de imponer su punto de vista a toda costa, incapaces de soportar una crítica, o de convivir con personas que no piensen como ellos, se pasan el día tratando de hacer camarillas, para oponerse a los disconformes, intrigando contra otros y sembrando la cizaña en el grupo. Afortunadamente, este tipo de líder no suele prosperar por mucho tiempo, porque la gente que le rodea acaba tomando conciencia de que este señor es tóxico y que en realidad el ideal del grupo, le importa un pepino lo que quiere en el fondo es ejercer el poder sobre los miembros de la organización. Organización que nunca crece, porque siempre se está demonizando y echando a personas que no comulgan con lo que dice el líder.
Nadie que tenga estas características permite desarrollarse y organizarse a un grupo, por lo que generalmente son francotiradores que van por libre, sin apenas gente que les siga, o bien con un pequeñísimo grupo que le es fiel.
Hay más modelos de liderazgo, algunos muy positivos aunque poco eficientes como es el caso del “líder bueno” que es seguido y respetado por la gente pero que es incapaz de hacer equipo, lo hace prácticamente todo él, no es capaz de delegar.
Para ahorrar tiempo, no voy a hacer una relación exhaustiva de los liderazgos negativos, solo quiero destacar que el problema común que tienen estos comportamientos, es que limitan el crecimiento del grupo, la organización sólo crece allá hasta donde llega el control de estos aprendices de caudillo, más allá de donde llega su percepción, su control, el grupo no crece, no saben delegar, no saben hacer equipo.

Quiero fijar la atención en un tipo de líder muy peculiar, una persona que puede llegar a desarrollar una organización más o menos compleja, pero que inevitablemente siempre cae en el caos. La organización a la que pertenece, está en continuo desorden y descoordinación. Me refiero al “Rey del Caos”.
Este comportamiento es muy curioso, es el caso de una persona que siempre está salvando a la organización del desastre, del desorden, curiosamente suelen ser personas desordenadas y un tanto anárquicas, por lo menos aparentemente.
Este tipo de liderazgo si que permite que crezca una organización aunque no tanto, porque la desorganización hace mella y al final, no se puede desarrollar.
Esta forma de control, es muy sutil, aparentemente la persona o personas que ejercen este liderazgo, no ejercen un control férreo sobre la organización, más bien al contrario, permiten una “desorganización controlada” que les viene muy bien para sus fines, me voy a explicar mejor:
Un Rey del Caos, no reparte responsabilidades, no potencia que los miembros del grupo asuman responsabilidades individuales sobre funciones concretas, esto viene muy bien a la gente poco comprometida porque de esa forma, nadie queda mal, no hay incumplimientos. Pero los integrantes que quieran implicarse en la organización, no encuentran la autonomía y la independencia necesaria para desarrollar una tarea seria en la asociación. Nadie puede destacar por su trabajo aparte del Rey del Caos, claro.
Tampoco apoya que se hagan actas de las reuniones, de esa manera, al final lo que se resolvió o se habló es muy difícil de averiguar, y como el Rey del Caos, suele acaparar el tiempo de intervención en las reuniones, normalmente impone su criterio.
Ni que decir tiene, que los archivos de ese grupo suelen ser un desastre y suelen estar centralizados bajo su control, de esa manera cuando alguien quiere saber algo del pasado hay que recurrir a su experiencia.

Cuando el grupo organiza un evento, normalmente suele salir mal porque no hay coordinación dentro del grupo, o bien está centralizada por este tipo tan peculiar de líder, pero claro, el evento solo puede salir bien, si todas las actividades las hace él o por lo menos participa en ellas, porque efectivamente todo el mundo depende de su criterio para funcionar.
En realidad es una forma muy sutil de control de la organización por parte de una persona, o bien de una persona y un pequeño grupo que le apoya en todo lo que hace y dice, gozando de ciertos privilegios a cambio.
En toda forma de liderazgo hay un problema, y es que estos líderes acaban convirtiéndose en un freno para la organización, ésta no va a crecer más allá de donde se acabe el límite del control del líder. Todo lo que no sea controlado por este, se va a marginar o taponar. Una organización basada en el liderazgo está condenada al fracaso por esto. Un líder en el que lo que predomine es el control de la organización, sobre el ideal de la misma, impide el crecimiento, no va a generar diálogo, pactos y acuerdos entre los miembros de esa organización, no va a permitir la creación de tejidos orgánicos dentro de ese organismo, dotándole de eficacia y de adquirir capacidad de influencia en el medio. Un líder autoritario, está atrapado en una paradoja: quiere que la organización crezca porque eso le va a dar mayor prestigio, pero a la vez tiene miedo de ello porque entonces perderá el control de algo que considera de su propiedad.
Una organización basada en el liderazgo está condenada al fracaso Clic para tuitear¿Como se sale de esta situación? Pues hay muchas posibilidades, o bien una irrupción masiva de nuevos militantes que descolocan el “desorden” establecido e imponen unas nuevas reglas del juego, o bien una iniciativa dentro de la organización de personas que quieren trabajar de otra forma que finalmente rompen el liderazgo anterior y permiten una forma de trabajo en equipo. O bien esa organización se integra o pacta con otra que no mantiene esas formas y surge una nueva síntesis que supera el caos anterior.

No basta con tener un ideal digno, no basta con tener la razón, hay que saber trabajar en equipo, delegar funciones, saber crear un tejido orgánico con responsabilidades singularizadas, y saber integrar las diferencias convirtiéndolas en aprendizaje y sobre todo tener claro que lo mejor que le puede pasar a un líder que lo es por una autoridad moral aceptada por sus compañeros, es que una vez que se retire, o que pase el relevo, la organización va a seguir funcionando igual que cuando estaba él o incluso mejor.
De vez en cuando encontramos personas así, que suponen un ejemplo a seguir y una referencia para el resto de personas que habitamos este mundo, personas que no se suben a un pedestal por encima de todos, sino que se los ve cercanos a la gente y a la realidad, sabiendo interpretarla para mejorar la sociedad, ellos son una fuente de esperanza de la que estamos muy necesitados.
El autor de este artículo, Isidro, es abogado y ha militado a lo largo de su vida en muchas organizaciones. En el siguiente enlace podéis ver un artículo suyo y su biografía:
Para evitar suspicacias, quiero aclarar que los supuestos que he descrito como líderes negativos, no son posibles en una organización tan extensa como EQUO. Ninguno de los que ocupan cargos en el partido, me ha venido a la memoria cuando hablaba del liderazgo negativo. Han sido personas un tanto excéntricas que se han cruzado en mi vida política, pero afortunadamente hace años.
La problemática actual del partido, creo que habría que analizarla a la luz de la dialéctica, estamos sufriendo algo que se llama «efecto ascensor» y que cuando saque un rato publicaré otro artículo, si el amable administrador de está página me lo acepta. Cuando una síntesis (forma de organizarse, de relacionarse y de pensar) se anquilosa en una organización, y se pliega sobre sí misma perdiendo el contacto con el medio, ese círculo se convierte en una especie de mosaico, y cada mosaico se va aislando cada vez más del otro. Es un fenómeno que hemos visto muchas veces como en los reinos de Taifas. Cuando se pierden las referencias en un partido, sus miembros se refugian en su zona de confort, en su medio inmediato en el localismo y la organización se va fragmentando cada vez más. Esa vieja síntesis, tiene que se ser superada por una nueva tesis que cambie las reglas del juego, y esas tesis tienen que ver con romper el círculo y salir al medio, con nuevas ideas, y de hacer ecología política. Y si no se hace eso, de todas formas se van a dar esas tesis, esa diferenciación pero dentro de la antigua síntesis, compartimentándola y debilitándola. Estamos encerrados compañeros y hace falta que venga alguien abra las ventanas y respiremos aire fresco, y que salgamos a la calle a hacer cosas nuevas, a enfrentar nuestras tesis con el medio y a generar antítesis, que nuevamente formen una nueva síntesis pero en otro nivel. Veremos si somos capaces de superarnos.
Muy buen análisis de liderazgos