Después de nuestra primera tertulia que supuso un gran esfuerzo y no tuvo la repercusión deseada, hemos decidido buscar otro formato de debate que nos permita contrastar ideas que enriquecen.
Hoy presentamos el resultado de un nuevo experimento. convocamos a dos personas (Jorge Lozano y Eva del Fresno) para debatir sobre horizontalidad y creamos un grupo de correo con las dos personas y un moderador. Este es el resultado.
Comenzamos invitando a ambos participantes a que den una opinión general sobre la horizontalidad. Han escrito por separado su opinión sin leer la otra.
Usaremos las iniciales EF (Eva del Fresno) y JL (Jorge Lozano) para indicar quién habla en cada caso.

EF – Gracias por invitarme a participar. Lo primero me gustaría empezar definiendo qué entendemos por horizontalidad. La horizontalidad es un concepto amplio que se materializa de muchas formas complementarias. Horizontalidad son las listas cremallera y las coportavocías, también por ejemplo las cocandidaturas.
Horizontalidad es también la toma de decisiones de forma democrática o a ser posible por consenso, la organización del trabajo en grupos abiertos y la participación colectiva en la construcción del día a día del partido. Implica el flujo constante de información y unas formas de relación basadas ante todo en el respeto mutuo. Implica además dosis importantes de confianza y de tolerancia, una capacidad alta de responsabilidad individual y la facultad tanto de encajar las críticas como de formularlas asertivamente. Exige un grado de compromiso mayor que el trabajo en las estructuras verticales. En éstas últimas una persona o un grupo pequeño controlan el partido y tienen el poder. En una estructura horizontal se trata de que el poder esté lo más repartido posible. Que cada persona reciba una pequeña porción y cada cual la suya. En una estructura horizontal se debe asegurar que cada persona cuenta dentro del colectivo y de que ninguna puede imponer su voluntad sobre otra. La figura del líder, o lideresa, se sustituye por la de portavoz, (o por la de dinamizador/a, o coordinador/a). Mientras que la persona que lidera se reserva la última palabra, y trata para mantener su liderazgo de que el resto comparta su modo de pensar, la persona que coordina trata de organizar la inteligencia colectiva, asegurarse de que el proceso de toma de decisiones sea informado y correcto. Y en último término asume como propia la decisión colectiva
La horizontalidad exige un mayor compromiso con el trabajo Clic para tuitear
JL-Los partidos políticos tradicionales son verticales, con una cúpula (aparato) que hace y deshace a su antojo, sin tener en cuenta casi nunca la opinión de sus bases. Frente a esta situación, poco democrática y elitista, los nuevos partidos han apostado por una mayor horizontalidad, donde la participación de afiliados y simpatizantes en la toma de decisiones y el diálogo con los cargos del partido es mucho mayor, respondiendo así a una nueva sensibilidad, totalmente necesaria. En el eje horizontal-vertical la horizontalidad absoluta sería un extremo donde toda decisión, por urgente que sea, sería tomada por todos los miembros del partido, después de las sesiones deliberativas correspondientes. Sería lo más parecido a la forma de actuar del 15M. ¿Pero ello es posible?
La verdad es que ningún partido político relevante en la Historia ha funcionado así (tampoco los nuevos), y eso debe llevar a la reflexión. Quizá es inviable en un partido, donde la representación sigue siendo necesaria, dada la falta de tiempo, los plazos ajustados, y la agilidad que la realidad social impone. Es claro que hay que superar la verticalidad absoluta, pero como decían los sabios, también hay que evitar todos los extremos, pues la virtud se encuentra siempre en el punto medio.
¿Es viable en un partido la horizontalidad? Clic para tuitearA partir de estas dos primeras intervenciones, dejamos que el diálogo fluyera libremente hasta que pedimos las dos intervenciones finales de cierre

JL – Efectivamente, todos esos elementos forman parte de la horizontalidad, y son necesarios (también ideales, sin ser nuevos). La clave en la práctica es ese mayor grado de compromiso respecto a las estructuras verticales: eso significa más tiempo (que mucha gente no tiene), más trabajo, más esfuerzo, y más desgaste. El consenso es más difícil cuanta más gente participe, y por eso se tuvo que inventar la votación, para no eternizar los debates y la toma de decisiones. Pero una votación no es menos democracia. Muchas veces en política se requiere rapidez, agilidad, o son tantos los temas a debatir que no hay tiempo literal para ello. Los líderes o portavoces tienen que responder a periodistas, tomar decisiones en una negociación, votar en comisiones parlamentarias, sin tiempo para hacer constantes consultas a la afiliación. Intentarlo sería paralizar el partido, y este es el límite de la horizontalidad: la operatividad y agilidad necesaria en todos los ámbitos. Al final hay que delegar en los portavoces, en las Mesas, porque no todo es consultable. La horizontalidad absoluta es un extremo a evitar, porque haría inoperante al partido (y por eso no existen partidos así). Se trata por tanto de buscar un equilibrio positivo entre participación y operatividad.

EF – Estoy de acuerdo en que la horizontalidad tiene que ser operativa. Ahora bien el máximo exponente de la horizontalidad es un espacio muy organizado. Tendemos a asociar la horizontalidad con los espacios desestructurados y con la ausencia de normas, y en ese contexto no se impone lo colectivo sino quien “grite” más alto. La horizontalidad real requiere de muchos mecanismos que deben funcionar bien: planificación, información pública, control de censos, mecanismos de control, moderación en los espacios, reglamentos, Estatutos, etc… Si gestionamos bien las herramientas podemos competir en operatividad y agilidad con estructuras más verticales. Esta última Mesa Federal podría ser un ejemplo de lo que comentas porque empezó con mucho retraso y eso es frustrante, pero no es culpa del debate, con más tiempo de planificación se hubiera evitado el retraso.
Reconozco que podemos resultar menos ágiles frente a posicionamientos nuevos, lo bueno es que esto va a pasar cada vez menos conforme tenemos trayectoria. Además ese “esperar por el resto“ y decidir en conjunto representa nuestros valores y nuestra ideología y hay que ponerlo en positivo.
Resumiendo, no lo veo la solución en el equilibrio entre horizontalidad /verticalidad si no en buscar buenas técnicas para que la horizontalidad sea eficaz.

JL- Esos mecanismos existen también en las estructuras verticales, la diferencia está en la mayor participación de las bases en los mismos. Las técnicas aplicadas a este fin son las que implementarían la horizontalidad, sin comprometer la operatividad del partido. “Esperar por el resto” siempre que sea posible. Además hay un riesgo: generar un espacio “muy organizado” requiere de muchos recursos (a más orden más inversión de energía, que diría un físico), mucho tiempo, gente, dinero, etc, y un partido pequeño no está precisamente sobrado de recursos; el riesgo es morir exhausto en el intento de hacer un partido excesivamente horizontal, y perder contra otros partidos que al ser menos horizontales gastan menos energía en su funcionamiento interno. En resumen: podemos defender nuestros valores e ideología sin caer en extremos que nos harían poco competitivos, y e incluso desaparecer del mapa si llegamos a agotar los recursos limitados de que disponemos. Esto es Ecología pura y dura, aplicada a un partido político.
EF – Sería insostenible a largo plazo porque implicaría “la quema” constante de recursos. Pero en realidad se trata de una inversión durante la primera etapa de una organización como la nuestra. Luego el resultado se aplica una y otra vez. Aunque siempre habrá algún cambio, si trabajamos para partir de una base bien pensada y operativa, ese beneficio nos sostiene para siempre. Para que esto ocurra es fundamental recoger la experiencia e integrar los avances, ser conscientes de que no partimos todo el tiempo de cero. A veces tenemos esa sensación porque no le damos importancia al registro de lo que pasa. Cuando se inicie el proceso pendiente de resolución de conflictos, que espero que llegue a buen puerto, serán tan importantes los acuerdos políticos como la experiencia de cómo conseguimos virar y salvaguardar el partido, y el análisis de cómo no pudimos hacerlo durante este tiempo.
¿Implantar la horizontalidad es una inversión a largo plazo o un gasto excesivo? Clic para tuitearAdemás hay otro tema importante para esto que estamos hablando, tenemos una reserva de energía enorme que dedicamos a los conflictos, son los conflictos los que nos lastran no la construcción ni la reforma de procedimientos o normas.
Otra cosa es preguntarnos si la estructura horizontal tiende de por sí a generar más problemas…. creo que podemos ser horizontales y operativas, ¿podremos ser horizontales y mantener la cohesión?

JL – Claro que la experiencia pasada es importante, y no partimos de cero, por eso hay que tratar de no querer inventar la rueda de nuevo, y caer en los errores que otros partidos o grupos cometieron en el pasado. Por eso hay que definir bien los mecanismos o técnicas concretas para la horizontalidad. Si no, los conflictos están asegurados (como ocurre en EQUO casi desde el principio) y la energía se volatiliza en continuas disputas internas. Podemos mantener la cohesión y ser operativos, pero depende de cómo y en qué grado se implante la horizontalidad en la práctica.
EF- Cuanto más horizontales seamos, es decir cuanto más se reparta el poder, superamos algunos males de las estructuras verticales que son las que han “fracasado”. Las horizontales son las relativamente nuevas y esto implica esfuerzo, y aprendizaje. Antes de cuestionar el qué, que es la horizontalidad, nos queda mucho camino para perfeccionar de forma crítica y constructiva el cómo funcionamos y definir bien esos mecanismo o técnicas en los que apoyarnos. Tenemos una parte del trabajo hecha y no debemos conformarnos pero tampoco desesperar. El límite a la horizontalidad tiene que ser la última entre todas las opciones.
Jorge Lozano y Eva del Fresno que se han prestado con entusiasmo a este experimento han escrito ya artículos en este blog, aquí los tenéis para conocerlos mejor:
Algunas ideas para contextualizar y enmarcar el tema tratado.
¿Para qué hacemos política? Para organizar la convivencia y la sociedad de acuerdo a unos ideales. Lemas de primera andadura: socializar la política y politizar la sociedad.
¿Cómo queremos hacer política? Anteriores formatos ya conocidos versus renovación (participación, no profesionalización, extensión de ciudadanía implicada, etc…). El ejercicio ciudadano de la política como aspiración noble, positiva, responsable y constructiva.
¿Cómo nos organizamos para intervenir en política? A través de partidos políticos o asociaciones ad hoc para temas específicos, con ambiciones legítimas de gobierno. Las propuestas primero, las personas después.
¿Cómo deben ser por dentro estos partidos o asociaciones? Democráticos y muy democráticos. Para extender por práctica y mimetismo el concepto de democracia al conjunto de la sociedad.
Equo desde el principio, para algunos que nos acercamos en su nacimiento, aparte de su especificidad ecológica y pretendidos vínculos con un partido europeo afín, emergía con muchos de los postulados citados anteriormente y su trayectoria parecía anticipar una forma nueva de ejercer y practicar la política, y que por ser pura innovación se permitía incluso través del método de la prueba y el error ir mejorando progresivamente para extender esos nuevos formatos y prácticas. En algún momento, o ya en sus inicios, el virus de la vieja política o no entender suficientemente algunos conceptos políticos básicos, infectó la criatura y empezaron los problemas: territoriales (Cataluña, Valencia, Baleares), económicos (asignación de recursos escasos), tipos de liderazgos (más compartidos o más personales), participación en la elaboración de propuestas de gobierno (la equomunidad y su desplome paulatino), la obsesión mediática (las encuestas como termómetro), y por último y más cercano la ingobernabilidad de los órganos colectivos (CEF, Mesa Federal, Mesas territoriales) lo que inevitablemente lleva a la división, la desafección, el alejamiento de personas muy valiosas y el enfrentamiento personal o colectivo. Mal fin para lo que parecía un buen proyecto.
Siento no poder ser más optimista.
Alfonso
En primer lugar, enhorabuena por la iniciativa y las participantes por exponer sus argumentos.
Creo que un componente clave de la horizontalidad en política es el debate, cuanto más abierto mejor.
En EQUO nos dimos una herramienta que permitía a cualquier afiliadx o simpatizante participar en debates o en la construcción del programa, la tan denostada Equomunidad que, a fuerza de abandono, ha ido quedando como una pieza de museo.
No en vano, sigue ahí, demostrando cómo se ha secuestrado el debate en el partido. A título de ejemplo, ante la noticia de la sustitución de dos de nuestrxs diputadxs – para más señas, las coportavoces – en la comisión de energía del Congreso, no ha habido ni una sola respuesta de miembros de la ejecutiva a la pregunta que hice en ese foro (http://antigua.equomunidad.org/es/%C2%BFtenemos-algo-que-decir-sobre-nombramientos-y-ceses-en-el-grpo-parlamentario), mientras algunxs demuestran sobrada actividad en otros foros.
Mal futuro tiene la participación y la horizontalidad si se la secuestra ante la pasividad de las interesadas.