Inmersos de pleno en las dinámicas del siglo XXI, cuando se hacen aún más evidentes los problemas ambientales y su incidencia en la vida humana, uno se pregunta como es posible que una gran mayoría de la sociedad no se declare ecologista ni opte por estas opciones políticas en el momento de emitir su voto.

En la segunda mitad del siglo XX los movimientos ecologistas eran vistos poco más o menos como una panda de hippies politizados que se oponían a todo progreso tecnológico con el solo objetivo de preservar las plantas y los animales. Lo sé, exagero un poco, pero captáis la idea, ¿no?. Lo cierto es que con el tiempo, todas aquellas propuestas y campañas se han demostrado ciertas. Los accidentes de Chernobil y Fukushima cargaron de razón a los que luchaban contra las nucleares; los vertidos de crudo en Galicia, Alaska o el Golfo de Mexico, así como las guerras derivadas del petróleo demostraron que el precio a pagar por los combustibles fósiles es mucho más elevado que el que se percibe en la gasolinera al llenar el depósito.
Finalmente la última de las cruzadas ecologistas, la del cambio climático, se ha demostrado también una certeza con unánime respaldo científico (a excepción obvia del que está financiado por los lobbies energéticos), y la ciudadanía ya ve con preocupación que el precio a pagar por nuestros excesos puede ser exorbitado.
Sin embargo, este cambio de tendencia en ver el ecologismo como una solución y no como un frikismo no se traduce en votos reales. Al menos en nuestro país.

Mientras en Alemania, considerada el motor de Europa, los verdes llevan años con fuerte presencia en el Parlamento, formando parte de coaliciones de gobierno y forzando una transición energética a energias limpias y renovables, en España, a pesar de que según una encuesta medioambiental del CIS del 2007 a un 73% de los encuestados les interesa el medio ambiente y un 46% declaraba que el estado del medio ambiente perjudicaba la salud, las opciones políticas como EQUO no obtienen un respaldo suficiente para entrar en las instituciones por si solas.
Podemos elaborar muchas teorías al respecto, analizar todo lo que desde EQUO hacemos mal y hacemos bien, pero a mi juicio la realidad es que para el ciudadano medio no concienciado el ecologismo simplemente no es una prioridad. Así, en el momento de la verdad, otros temas determinan más que el medioambiente el sentido del voto. Sea el paro o la economía, la corrupción, la unidad de España o simplemente el voto útil para evitar que otro gobierne, el potencial voto verde se disuelve como azucarillo en un café ante otras opciones políticas.
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Eso no quiere decir que nuestros planteamientos sean irrelevantes. Como se ha visto en las candidaturas de confluencia en las que hemos participado en los dos últimos años, el mensaje de la ecología política comienza a calar y a ser incorporado por otros actores hasta ahora impermeables al mismo. Las confluencias han resultado ser el mecanismo que ha permitido a nuestros cuadros entrar en las instituciones y defender nuestras ideas, y esto es de una importancia fundamental.
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Se abre ahora un periodo (esperemos) libre de comicios a medio plazo, un tiempo para consolidar el excelente trabajo de nuestras concejales y diputadas y de hacer crecer nuestra influencia en la sociedad. Y un tiempo para, desde el trabajo colectivo, desarrollar un espacio propio que nos permita a medio plazo ser una opción política independiente y real, o como mínimo aumentar nuestra capacidad de influencia y negociación con otros actores.
Se abre un tiempo para consolidar el trabajo y desarrollar un espacio propio Clic para tuitear
En este tiempo debemos reforzar nuestras señas de identidad (equidad, horizontalidad, transparencia, inteligencia colectiva, feminismo …) y proyectarlas al exterior de forma clara y convincente. En estos convulsos tiempos actuales no nos basta con una comunicación exterior basada casi exclusivamente en las propuestas puramente medioambientales. Necesitamos un relato mas amplio y contundente que, sin salirnos de nuestros principios ideológicos e incluso reforzándolos, sea capaz de atraer a perfiles de votantes con otras prioridades.
Creo que este es el reto fundamental que se nos presenta ahora en la III Asamblea Federal, en el que se van a definir las líneas estratégicas a seguir en los próximos dos años y se van a renovar los cargos orgánicos. Será pues muy importante definir claramente estas líneas y elegir a aquellas personas que puedan llevarlas adelante con compromiso, dedicación e ilusión.
Estoy convencido de que como siempre, y entre todas, vamos a ser capaces de darle a nuestro partido el impulso que necesita.

El autor es Toni Ribas, nacido en Barcelona en 1966. Actualmente es coportavoz de Equo Catalunya y coordinador de ecología de Barcelona en Comú. Músico aficionado, miembro de Drónán
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